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En la fobia a los animales, al igual que en otras fobias específicas, como consecuencia de la exposición al estímulo fóbico, se produce una respuesta inmediata de ansiedad que puede llegar incluso a ataque de pánico. En los niños la ansiedad puede manifestarse mediante lloros, rabietas, inmovilidad o aferrarse a otra persona.
Las situaciones fóbicas son evitadas o se soportan con ansiedad o malestar intensos. La evitación, anticipación ansiosa o malestar en las situaciones fóbicas interfieren marcadamente en la rutina normal de la persona o en sus actividades laborales, académicas o sociales, además del malestar que produce en sí tener dicha fobia. No es necesario tener el animal delante para experimentar un malestar intenso. En ocasiones, una simple fotografía, video o imaginarse frente al animal temido puedo provocar la ansiedad de la que hablábamos antes.
Los fóbicos a los animales temen especialmente a tipos de animales (perros, pájaros, serpientes, arañas, gatos, insectos voladores) o a los movimientos de cierto tipo, sobre todo si son movimientos repentinos. También pueden temer en los animales su apariencia física, los sonidos que emiten y su tacto.
Curiosamente, algunas de estas personas no creen que el animal les hará daño, sino que piensan que se aterrorizarán, perderán el control, harán el ridículo, se harán daño al intentar escapar o tendrán, incluso, un ataque cardíaco (padecen más miedo a las reacciones que al animal en si). En el caso de animales pequeños (roedores, insectos, arañas, serpientes) aparece tanto una reacción de miedo, al centrarse en un peligro percibido, como una sensación de asco o repugnancia.
Si la reacción es de miedo, se produce una activación del sistema nervioso dando lugar a síntomas como: taquicardia, palpitaciones, aumento de la presión sanguínea, respiración acelerada, sudoración, menor actividad gastrointestinal. Pero si la reacción es de asco se relaciona más cn el sistema parasimpatico provocando: desaceleración cardiovascular, disminución de la temperatura de la piel, boca seca, náuseas, dolor o malestar en el estómago e incluso mareo.
En el estudio de Lipsitz y cols. (2002) el 90% de las fobias a animales, empezaron en la infancia (12 años). El asunto se complica si se distingue la edad del comienzo del miedo/evitación y la edad de comienzo de la fobia a los animales, cuando el miedo/evitación empezaron a causar malestar o deterioro significativos. Al diferenciar se descubrió que las edades de comienzo del miedo se daría en la infancia, alrededor de los once años y la fobia a los animales se produciría en torno a los 20 años.
En ocasiones es difícil diferenciar el miedo normal, de una fobia que se está desarrollando, ya que estas solo se diferencian porque la fobia es un miedo irracional y excesivo. Además de interferir en la vida de la persona que lo padece, aunque muchas veces pueda lidiar con ese miedo evitándolo o porque es de difícil acceso, como por ejemplo miedo a un tiburón o a los osos, que será difícil el que la persona se encuentre con alguno es su vida. Sin embargo, el malestar asociado aunque la persona no se exponga a ese animal puede producir una interferencia en la vida de la persona a la hora de hablar del tema, pensar en ello, o ver fotos o peliculas relacionadas.
No es necesario el convivir con una fobia, en ycomoyo te enseñamos cómo superar la fobia a los animales.
Autora: Silvia Martínez Ruano, practicum de psicología de ycomoyo